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Como expuse ya en el artículo anterior, la última sección de “Basura Matrimonial” trataba sobre los problemas, y en próximos artículos continuaremos desarrollando dicho tema de manera más profunda. Y esto nos lleva al tema de este artículo. La gran mayoría De los problemas en la pareja no son problemas graves sino, problemas que podíamos definir como solubles. La gran pregunta a esto sería ¿todos los conflictos tienen solución?

Si echamos la mirada a los artículos anteriores, Podríamos decir que con buenas actitudes , una buena comunicación, siendo proactivos, o simplemente añadiéndole también más tiempo a la resolución de estos conflictos, todo conflicto tiene solución.

Más esta es la gran pregunta y que psicólogos, terapeutas, inclusive las parejas se preguntan. ¿Este conflicto tiene solución? Cecilia Gelfi, experta en temas de pareja, explica justamente y de manera muy certera esto: “Todos los conflictos de una pareja, desde los más pequeños y rutinarios hasta los más complejos, se pueden dividir en dos categorías: los que pueden ser resueltos, y los perpetuos”. Estos perpetuos son los que formaran parte de nuestro matrimonio toda la vida, y de una u otra manera vamos a tener que sobrellevarlos, tanto si tenemos capacidad de resolverlos como si no.

Para que un conflicto o problema en un matrimonio pueda ser resuelto vamos a requerir de:

  1. Comunicación abierta y honesta: Es fundamental establecer una comunicación efectiva. Ambos cónyuges deben expresar sus sentimientos y preocupaciones de manera respetuosa y escuchar activamente al otro. Evita culpar o criticar, en su lugar, utiliza un lenguaje «yo» para expresar cómo te sientes y cómo te afecta la situación.
  2. Compromiso: Ambos cónyuges deben estar dispuestos a comprometerse y entender las perspectivas y necesidades del otro.
  3. Empatía: Intenta ponerte en el lugar de tu cónyuge y comprender cómo se siente. La empatía puede ayudar a suavizar las tensiones y a encontrar soluciones que satisfagan las necesidades de ambos.
  4. Identificación de problemas: Identifica claramente el problema y trabaja junto con tu cónyuge para buscar soluciones. Enfócate en encontrar un punto en común y compromisos mutuamente aceptables.
  5. Evita los ataques personales: Durante las discusiones, evita insultos o críticas destructivas. En lugar de eso, enfócate en el problema y busca soluciones constructivas.
  6. Aprende a ceder: A veces, es necesario ceder en ciertos aspectos para mantener la armonía en el matrimonio. Reconocer que ambos tenemos opiniones y necesidades que son igualmente legítimas nos ayuda a buscar compromisos que nos satisfagan de manera correcta a ambos.
  7. Busca ayuda externa (mediación): Si los conflictos persisten o se vuelven quistes dolorosos, considera que buscar la ayuda de tu pastor, un terapeuta matrimonial, consejero que actúe de mediador.
  8. Mantén el respeto y el amor: Recuerda siempre tratar a tu cónyuge con respeto y amor, es bíblico, incluso durante los momentos difíciles, si lo tenemos que hacer con nuestros enemigos cuanto más con nuestra carne. Mantener sólidos los conceptos bíblicos de amor y apoyo mutuo nos puede ayudar a superar los conflictos y fortalecer la relación.

Ahora bien, de acuerdo con las investigaciones del Dr. John Gottman, la mayoría de los problemas y conflictos que tienen los matrimonios, como cerca del 69%, son problemas que no tienen solución y con los que, por mucho que nos esforcemos, se enquistan, y si no aprendemos a saber convivir con ellos, no podremos evitar que terminen degradando la relación. Si hacemos una radiografía de estos, son temas o discusiones que nos acompañan desde siempre, desde el noviazgo y que se repiten como de manera cíclica o diariamente según sea el caso.

¿Las parejas felices no viven en conflicto?

Por supuesto que las parejas felices también viven con este tipo de conflictos coma pero encuentran una forma de tratar o lidiar con estos problemas sin que los asfixie o los destruya. Han aprendido a mantener el problema en su lugar e incluso a veces hasta contemplarlo con sentido del humor, aunque esto pueda parecer imposible.

También gracias a las investigaciones del Dr. Gottman, sabemos que para que una relación funcione, no se hace necesario que se resuelvan los grandes conflictos perpetuos. La gran mayoría de las parejas felices conviven con conflictos que se han vuelto perpetuos. . Muchas veces son pequeños en comparación con la realidad de los grandes conflictos: Problemas Mentales, Infidelidad, Abusos y maltrato físico y psíquico, amenazas, ciertas adicciones.

Las parejas que funcionan bien entienden intuitivamente que algunos problemas forman parte de la relación inevitablemente, podemos compararlo con un dolor de espalda crónico, no nos gusta que esté pero aprendemos a vivir con él y que nos limite lo menos posible.

En las parejas inestables o que no funcionan bien, los problemas perpetuos terminan matando la relación. En lugar de tratarlos de forma efectiva, la pareja se queda estancada en estos problemas, sostienen las mismas discusiones una y otra vez, se repiten las mismas peleas y no pueden avanzar. Aparecen el desprecio, la crítica y desaparece el sentido del humor, cada uno se queda fijado en una posición y les es muy difícil ponerse en el lugar del otro. Como tratar el problema se vuelve cada vez más doloroso, a veces los matrimonios eligen dejar de hablarlo, negarlo y de esta manera se orientan al camino de la desconexión y el distanciamiento.

Pero mi problema es soluble, ¿por qué no se repara?

El que un problema tenga solución no significa que se solucione. Una forma de diferenciar e identificar los problemas solubles es que parecen menos intensos, menos dolorosos. Se trata de un dilema o una situación particular, no existe un conflicto subyacente que intensifique la disputa.

¿Cuál es la clave para la resolución? La base para enfrentarnos de forma efectiva a cualquier clase de problema es la misma, comunicar nuestra aceptación básica de la personalidad de nuestra pareja. Por nuestra naturaleza humana, (que es egoísta y conflictiva) es prácticamente imposible que aceptemos consejo de alguien a menos que sintamos que esa persona nos comprende.

La regla básica es: antes de pedirle a nuestro cónyuge que modifique su modo de comer, conducir o lo que sea, tenemos que hacerle saber que lo comprendemos. Si alguno de los dos se siente juzgado, incomprendido o rechazado por el otro, no podrán enfrentarse a los problemas. Bloqueo total de la mente… no ponemos en modo pasivo-agresivo.

Las personas solo podemos cambiar si nos sentimos aceptadas tal como somos. Si nos sentimos criticados o poco apreciados, no podemos cambiar, por el contrario, nos sentimos abrumados y nos «atrincheramos» para protegernos. Ejemplo tenemos en la serpiente o el escorpión, Estos animales caminan alrededor tuyos sin picarte o morderte, más cuando se ponen en posición defensiva porque se sienten amenazados lo primero que hacen es soltar todo el veneno ante su agresor. En nuestros conflictos matrimoniales a veces somos como una cobra, levantamos rápidamente la cabeza en disposición de morder.

En todas las discusiones, las que tienen solución y las que no, ninguno tiene toda la razón al 100%. No existe una verdad absoluta en el conflicto de pareja, siempre hay dos verdades subjetivas.

Asi que, recuerda:

El matrimonio y la familia es la base de la sociedad, cuídalos.

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