En la inauguración de nuestro programa «El Sofá», tuvimos el privilegio de recibir a Joaquín Hernández, secretario general de los Grupos Bíblicos Unidos, una organización que incluye a los grupos bíblicos universitarios y estudiantiles, así como a la editorial Andamio. Joaquín, quien también es profesor y lleva adelante un proyecto sobre la relación entre fe y trabajo desde hace tres años, compartió sus reflexiones sobre un tema a menudo marginado dentro de las discusiones religiosas contemporáneas.
Fe y Trabajo: Una Relación Olvidada
Joaquín comenzó destacando que la interacción entre la fe y el trabajo no es un concepto nuevo. Rememoró cómo, ya en la década de 1940, la dramaturga y autora británica Dorothy L. Sayers exploró esta conexión en su influyente ensayo «Por qué trabajar». Sayers argumentaba que la fe y el trabajo, lejos de ser esferas separadas, deben converger en la práctica diaria del creyente.
Citando el texto bíblico de Colosenses 3:23-24, Joaquín enfatizó que todo lo que se hace, debe hacerse para la gloria de Dios, integrando así el trabajo dentro del propósito divino. Este punto de vista desafía la tendencia moderna de segmentar la vida en áreas estancas, desconectando la espiritualidad del quehacer laboral cotidiano.
El Trabajo Según la Biblia: Bendición, No Maldición
A pesar de la percepción cultural de que el trabajo es una maldición, la Biblia lo presenta como una bendición divina. Desde las narrativas de la creación en Génesis, donde Dios mismo es mostrado trabajando y estableciendo el trabajo humano como parte del cuidado y cultivo de la creación, el trabajo es visto como una actividad intrínsecamente buena y necesaria.
Joaquín argumentó que la naturaleza del trabajo cambió después de la caída del hombre, pero eso no elimina el mandato original de trabajar y cuidar el mundo. Además, refirió que Jesús, durante los primeros 30 años de su vida, trabajó como carpintero, ejemplificando la dignidad y el valor del trabajo manual.
La Necesidad de Reeducar a la Iglesia
El profesor Hernández también tocó el tema del «Gran Abismo» entre lo secular y lo sagrado, un concepto popularizado por Mark Green. Criticó la tendencia de las iglesias a enfocarse casi exclusivamente en asuntos internos o de crisis, descuidando la importancia de integrar la fe en la vida laboral diaria de los congregantes.
Joaquín señaló la importancia de educar y equipar a los cristianos para que vean su labor diaria como una oportunidad de ministerio y testificación, llevando así la fe cristiana más allá de los muros de la iglesia y hacia los lugares de trabajo.
Conclusión: Un Llamado a la Integración
La conversación con Joaquín Hernández en «El Sofá» nos dejó un mensaje claro: es imperativo redescubrir y enseñar la conexión entre la fe y el trabajo como una dimensión central del discipulado cristiano. Este enfoque no solo enriquece la vida espiritual de los individuos, sino que también extiende el impacto del cristianismo en la sociedad, promoviendo una visión integral del ser humano que armoniza su vida espiritual y laboral.
Con esta reflexión, «El Sofá» inaugura una serie de diálogos que esperamos sigan iluminando y desafiando nuestra comprensión de temas vitales para la comunidad de fe.