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El corazón de Madrid, con su bulliciosa Puerta del Sol, puede parecer un lugar poco propicio para la proclamación pública del Evangelio. Sin embargo, desde hace 22 años, una pequeña plataforma roja ha servido de púlpito improvisado para miles de conversaciones llenas de fe y esperanza. Detrás de esta iniciativa, conocida como On the Red Box (la “Caja Roja”), se encuentra el misionero estadounidense Jacob Bock, protagonista del reciente episodio número 17 de “El Sofá”.

En una amena charla, Jacob contó cómo llegó a España en 1982, justo durante el Mundial de Fútbol, en lo que iba a ser un breve viaje misionero de dos semanas. Su desconocimiento del idioma y la cultura no impidieron que, según relata, “Dios pusiera en mi corazón a España” y lo animara a volver para predicar el Evangelio. Treinta y ocho años más tarde, aquel impulso se ha convertido en un compromiso de vida: “Yo lo tenía claro con 26 años: venir aquí, vivir aquí y morir aquí”.

El origen de la Caja Roja

La conversación se centró, en buena parte, en cómo nació On the Red Box:

“Un chico me dijo hace 22 años: ‘Jacob, ¿me enseñas a hacer evangelismo?’”, recuerda Bock. Aquella pregunta lo llevó a la Puerta del Sol, a la que él mismo describe como un epicentro de encuentros y diálogos trascendentes.

Aunque la imagen de subirse a una caja y compartir la fe resulte anacrónica para muchos, Bock insiste en que el método no es lo esencial, sino el mensaje:

“El poder para salvar está en el Evangelio, no en subirse a una caja”.

El reto de la evangelización en España

Jacob reconoce que el contexto español no siempre es favorable para expresiones de fe públicas y directas, pero sostiene que España, con sus 46 millones de habitantes, necesita escuchar el mensaje. Para él, combinar el evangelismo personal (uno a uno) con la proclamación abierta es la mejor forma de llegar a quienes jamás entrarían en una iglesia:

“¿Cómo vamos a alcanzar a toda la gente si no vamos a donde están?”.

Asimismo, habla sin reparos de los “miedos” que inhiben al creyente español. Entre ellos, destaca el temor al rechazo o a que la gente “piense mal” por el hecho de compartir abiertamente la fe. Para superarlo, propone recordar que “no somos responsables del resultado, sino de plantar la semilla”:

“Nuestra misión es compartir el Evangelio. El resto está en manos de Dios”.

Un llamado que no se agota

Bock admite que hay múltiples factores que lo enamoran de España: su gente, la diversidad gastronómica, los rincones medievales y la historia. Sin embargo, aclara que nada de ello justifica por sí solo su permanencia. Su motivación central es, y ha sido siempre, la misma:

“Lo que más me tira es la enorme necesidad espiritual de este país. Podemos disfrutar la belleza, la cultura… pero si la gente no conoce de Cristo, eso me duele”.

Reflexiones sobre la “Parábola de las Diez Minas”

Gran parte de la pasión de Jacob por el evangelismo ha cristalizado en un estudio profundo de la parábola bíblica de las Diez Minas, que lo llevó a escribir un libro. Para él, este pasaje subraya la responsabilidad de cada creyente de “negociar con el Evangelio” y no guardárselo:

“Si cada cristiano en España compartiese su fe con quienes le rodean, se alcanzaría todo el país”.

El misionero destaca que la labor de un pastor es enorme, pero que no debe cargar en solitario con todo el peso de la evangelización:

“Hay creyentes con el don de evangelista. Que cada iglesia tenga su evangelista; no somos llaneros solitarios. Nuestro trabajo es acompañar a la Iglesia para salir a la calle y echar la red juntos”.

Entre refranes, poemas y preguntas pendientes

Durante la charla, el conductor del programa retó a Bock a compartir su refrán español favorito. Él eligió “Al pan, pan, y al vino, vino”, asegurando que le fascina la claridad y sencillez con la que el pueblo español suele hablar. También contó que le gusta emplear versos antiguos cuando sale a evangelizar, sobre todo aquellos que recuerdan la brevedad de la vida y la trascendencia del más allá.

Por último, el entrevistador invitó a Jacob a imaginar qué le preguntaría a Dios en un hipotético encuentro cara a cara. Tras reflexionar, Bock confesó que le encantaría saber por qué, en algunos momentos, no se ven más milagros de sanidad, cuando se ora con fe. Se trata, según él, de un interrogante que muchos creyentes comparten:

“A veces, veo a personas enfermas, oramos por ellas, y no ocurre nada. Me pregunto: ‘Señor, ¿por qué no vemos más milagros aquí?’”.

Un legado de constancia

Jacob Bock, con su determinación de “vivir y morir en España”, resume la historia de un compromiso que va más allá del método o el contexto cultural. Su mensaje es claro: la fuerza está en el Evangelio y en la firme convicción de compartirlo sin miedo. Como él mismo afirma, “no es tan complicado; solo hay que plantar la semilla”.

Con más de dos décadas predicando en la misma calle, rodeado de curiosos, escépticos y necesitados de esperanza, Bock y su “Caja Roja” son prueba de que, para muchos, el fervor misionero no pasa de moda. Y que España, con toda su historia y tradición, sigue siendo tierra fértil para la fe.