El día que todo comenzó, estábamos atentos a las noticias, viendo cómo nuestros vecinos eran golpeados ferozmente por las aguas. Muchos perdieron sus enseres y algunos, incluso, sus vidas. No pude quedarme indiferente. En cuanto las aguas comenzaron a bajar, junto con un hermano de la congregación, decidimos actuar y ayudar en todo lo que fuera necesario en nuestro municipio, Xirivella.
Esa misma noche, recibí una llamada del Departamento de Acción Social (DAS) preguntando por la situación y en qué podían colaborar. En nuestra iglesia ya nos habíamos movilizado: cocinábamos comidas diarias y llevábamos suministros a las zonas más afectadas. Pronto, voluntarios de la congregación se unieron para hacer la ayuda más efectiva. Abrimos nuestro local para lo que hiciera falta y buscamos dirección en el Señor sobre los pasos a seguir. Entonces, Él me habló de manera clara y personal: “Como José”.
Esa palabra cobró sentido rápidamente. En alianza con Convoy of Hope y el DAS, nos organizamos para responder a la emergencia. Valencia estaba en caos: largas colas de hambre, necesidades básicas sin cubrir y familias desesperadas. Voluntarios de toda España comenzaron a llegar para sumarse a la labor. Sin un lugar adecuado para recibirlos, abrimos la iglesia como centro de descanso y refugio, donde podían ducharse, comer y reponer fuerzas cada día. Fue un tiempo difícil, pero también hermoso: cada vez más personas estaban dispuestas a ayudar.
Siguiendo la dirección de Dios, entendimos que necesitábamos un granero. Si íbamos a almacenar provisiones para la ayuda, debíamos encontrar un espacio adecuado. Así comenzó una nueva aventura en oración, buscando un almacén. Y Dios proveyó. Antonio, un empresario valenciano, decidió cedernos una nave de 2.400 metros cuadrados, que se convirtió en nuestro Centro de Operaciones.
Desde entonces, se han preparado miles de comidas calientes y nuestros voluntarios han trabajado incansablemente. Podríamos pensar que, con el paso del tiempo, la situación ha mejorado y podemos bajar la intensidad, pero la realidad es otra. Basta salir a repartir alimentos para ver las largas filas de personas esperando un plato de comida caliente.
Esta crisis ha sido una oportunidad para la iglesia. Nos ha sacado de las cuatro paredes y nos ha llevado a donde está la gente. Cuando Jesús dijo: “Dadles vosotros de comer”, nunca imaginé que sería de esta manera que nos impulsaría a hacerlo.
Actualmente, mi labor está enfocada en la reconstrucción y en las visitas a las familias, identificando las necesidades más urgentes en sus hogares. Desde el voluntariado de campo, hemos realizado tareas de limpieza, desescombro y retirada de barro en casas, garajes y negocios. También hemos llevado a cabo trabajos de electricidad, fontanería, albañilería, pintura y muchas otras reparaciones.
Seguimos repartiendo ayuda de todo tipo, pero lo más importante es lo que llevamos en nuestro corazón: el Evangelio, el poder de Dios. A través de cada acción, el Señor está abriendo puertas en España para que muchas casas sean llenas de Su amor.
Doy gracias a Dios por cada encuentro inolvidable, algunos inmortalizados en fotografías, otros grabados en nuestra retina y en el alma. A través de cada uno de ustedes, muchas familias han sido bendecidas. Desde la entrega de una cama hasta una lavadora o un frigorífico, pero, sobre todo, con el abrazo que transmite la paz que solo el Señor puede dar.
Gracias a todos por vuestro apoyo en esta labor de salvación. Sigamos orando por los pueblos de Valencia. ¡Que el Señor os bendiga!
Un artículo de Javier Ogalla
Pastor de la Iglesia “Palabras de Vida” de las Asambleas de Dios en Valencia y parte del Comité de Emergencia del DAS, creado en respuesta a la grave situación causada por la DANA.