Skip to main content

Además, procurad la paz y la prosperidad de la ciudad a la que os he llevado al exilio. Ruega al Señor por ella, porque si ella prospera, tú también prosperarás.

Jeremías 29:7 nos invita a una reflexión profunda sobre el bienestar común y nuestro rol como individuos en la sociedad. En este versículo, se nos anima a buscar el bienestar de la ciudad o comunidad a la que pertenecemos, comprendiendo que nuestro propio bienestar está intrínsecamente ligado al de la comunidad en su conjunto. La exhortación a orar por la ciudad no solo subraya la importancia de la intercesión en la fe, sino que también resalta la responsabilidad que tenemos de contribuir positivamente al lugar que nos acoge. Este mensaje nos recuerda que, más allá de nuestras diferencias y circunstancias personales, somos parte de un tejido social más amplio, y que la prosperidad colectiva es fundamental para nuestro propio crecimiento y felicidad.

Como hijos de Dios, es nuestro deber orar por el lugar en el que residimos; es imperativo clamar e interceder por nuestra ciudad, provincia y nación, envolviendo a todos sus habitantes en oración para que la paz, tan esencial, prevalezca en cada hogar y sea la manifestación de Dios para cada familia.

Debemos erigirnos firmemente contra los espíritus malignos que pretendan dominar nuestra nación, sin temor, pues Dios está con nosotros, dotándonos de fortaleza para luchar y proclamar la libertad que Cristo Jesús nos concedió a través de su sacrificio en la cruz.

Desde el DEPI (Departamento de Evangelización y Plantación de Iglesias), en colaboración con DORADE (Departamento de Oración), el proyecto de oración «52 provincias x 52 semanas» aspira a incentivar a las congregaciones a movilizar a todas las iglesias a orar. Unámonos en esfuerzo, realicemos ayunos, vigilias, salgamos a las calles de nuestras ciudades y anunciemos la bendición de Dios en el nombre de Jesús.

Permitamos que Dios nos utilice como instrumentos en Sus manos, para que muchos puedan verlo a través de nosotros. Oremos por los niños, jóvenes, adultos y ancianos; supliquemos al Padre para que Su magnífico plan se realice en sus vidas y logren la salvación de sus almas.