Problemas y más problemas

Desde que comenzamos a desarrollar los diferentes puntos comentados en el artículo “Basura Matrimonial”, cada sección nos ha ido impulsando en el conocimiento de la pareja, en los tratos y formas de comunicarse y nuestros roles de familia, o los peligros de los tiempos y las rutinas. La última sección de “Basura Matrimonial” trataba sobre los problemas, y en próximos artículos desarrollaremos dicho tema de manera más profunda.

Problemas. La gran mayoría de las veces achacamos nuestras crisis, modos o maneras conyugales a los problemas internos (en la familia directa, espirituales, salud, hijos…) o en los problemas externos (problemas a nivel del resto de la familia, laboral, económicos…), si me dieran un euro cada vez que he oído expresiones tal cuales como “cuando tenga un mejor trabajo”, “cuando tenga un mejor horario”, “cuando tengamos más dinero”, “cuando pase esta o tal situación, problema, circunstancia”, “cuando…”  y ese “cuando” cuando llega es irremediablemente demasiado tarde para modificar actitudes, formas, maneras… y al final hemos generado un mayor problema. Recuerda que las circunstancias las confrontamos, las peleamos pero debemos procurar que no se cuelen dentro de la familia. Estas se vuelven como esa piedrecita en el zapato que a pesar de ser pequeña parece gigante de la molestia que nos causa. Somos nosotros los que agrandamos y empequeñecemos a los problemas, y en gran medida dependerá de la relación espiritual que tengas con Dios. Eso no significa que haya circunstancias terribles y dolorosas que pueden sobrevenir a las familias, como la muerte de un ser querido, enfermedades graves… ciertamente son como un terremoto o un volcán que parece arrasar con cuanto hay en medio, pero también es cierto que la actitud y la aptitud ante las circunstancias cambian mucho el panorama. “Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece”, “venid a mi todos los que estáis cargados, cansados…” o cualquier otro versículo a aplicar a nuestra vida, se hace necesario al igual que para tratar con la familia, una correcta actitud (maneras correctas de obrar al respectos) y aptitud (capacidad y habilidad para realizarlo correctamente) y para ello requiere voluntad.

En este primer artículo empezaremos hablando de los problemas graves. Muchas parejas enfrentan problemas o conflictos que son de extrema gravedad. Este tipo de conflictos llegan a ser devastadores en la pareja porque desgastan de continuo y cada día, sobre el ánimo de los cónyuges y de la familia. Cuando toca aprender a enfrentar los problemas graves, acaban convirtiéndose estos en fuente de conflictos perpetuos dentro de la pareja provocando en la gran mayoría de casos un desgaste que afectará a la pareja, al estado anímico, a la confianza o a las relaciones dependiendo cual sea el problema y acabará provocando la disolución del matrimonio con consecuencias innegablemente duras y fuertes hacia los hijos, los más perjudicados.

Si exponemos una breve lista de esos conflictos veremos que cada uno de ellos requiere de un sobre esfuerzo extremo en cuidarse de uno mismo y de la relación matrimonial y familiar si no queremos vernos abocados al fracaso o a cosas peores. Fijémonos de manera breve en la exposición de estos posibles problemas graves:

Problemas Mentales en un cónyuge: las enfermedades mentales pueden ser desastrosas en un matrimonio, pero también puede ser que un hijo tenga algún problema de esta índole y que provoque el desgaste en el matrimonio por no saber sobrellevar esta dificultad. Ciertamente no es fácil soportar a una persona que va a tener cambios de humor, o que simplemente por culpa de sus problemas mentales no va a poder comprometerse a nivel familiar. El sentimiento de indefensión, o soledad arrastra a muchas parejas a tener que solicitar la ruptura y con ello el divorcio. Hay casos en los cuales la pareja simplemente tiene una falta completa de comprensión y esto aún provoca más roces. Generando también esto qué la persona que está en la dificultad se sienta no solo sola sino también maltratada. Una recomendación para el cónyuge no enfermo es la necesidad de tener mucho amor y cariño, y sobre todo paciencia. Estas cosas se pueden solventar muchas de las veces a nivel médico y con ello generar una vida normal en el paciente con problemas de salud mental. Pero sin el apoyo de su cónyuge ten por seguro que no va a poder salir las personas tan airosa como nos gustaría de ese problema. En términos de otro tipo de problemas mentales como puede ser el Alzheimer, ya estamos hablando de otro tipo de dificultades que pueden generar desesperación e impaciencia a pesar de entender la enfermedad, ciertamente se necesita dosis y dosis de paciencia y eso viene dado por la gran cantidad de amor que puedes tener y que debes de tener hacia tu cónyuge. Que ciertas son las palabras acerca de que “el amor todo lo sufre” o “el amor todo lo soporta” que 1ª de Corintios 13 nos expone y que se vuelven necesarias para tratar problemas a nivel matrimonial cuando uno de los cónyuges está enfermo y necesita sanidad a nivel mental.

Infidelidad: en Proverbios se los habla de que el adúltero, “heridas y vergüenza hallará y su afrenta nunca será borrada”. No hay nada que más corrompa la vida de una persona y de un matrimonio cómo la infidelidad. Proverbios habla acerca del que comete adulterio como una persona de “falto de entendimiento”. La respuesta de Cristo al divorcio por causa del adulterio con respecto a la ley de Moisés fue de que se aprobaba el divorcio por la dureza del corazón de las personas, ya que a muchos les cuesta sanar dicha herida y perdonar al que agravia. No nos damos cuenta que la infidelidad no solo es física, sino que a veces también cometemos infidelidad emocional al ligarnos de una manera más personal a una persona que a nuestro propio cónyuge. Esto también genera heridas y desconfianza en la pareja pues la otra persona tiene más confianza en alguien ajeno al matrimonio que en su propia “Carne”. Si exponemos el caso bíblico de David vemos en él, las graves consecuencias que tuvo su infidelidad. También a nivel mundano, denotamos que la infidelidad genera otro tipos de obra de la carne como son los celos, y la envidia, el odio, e inclusive se puede llegar al homicidio. Dos factores son necesarios para una reconciliación en un matrimonio que está sufriendo por parte de uno de los cónyuges infidelidad y adulterio: el primero es que ha de haber un perdón sincero por parte de la persona que ha agraviado y cometido el pecado, y lo segundo es que se debe de analizar los factores que han llevado ha dicho extremo en la pareja. Esto no significa que el cónyuge agraviado sea culpable de empujar al adulterio a su pareja, todo lo contrario, cada uno de nosotros respondemos por nosotros mismos y por nuestros pecados y tenemos que saber y tener dominio propio ante las tentaciones de caer en infidelidad y adulterio. Pero se hace necesario reevaluar la situación del matrimonio para entender cómo trabajar de manera positiva en una reconciliación que sane las heridas. Hay una tendencia en casos de este tipo a victimizarse por ser el agraviado, a generar un tipo de maltrato opresivo con un dominio total sobre él que ha hecho el agravio de tal manera que no puede tener ningún tipo de intimidad y todo se somete bajo el control del conyuge agraviado. Si te fijas bien, es el resultado de la falta de confianza, pues ambas partes deben de entender que la confianza se debe de trabajar. Uno la debe procurar y ganar, y el otro la debe entregar y facilitar a pesar de ser el agraviado.

Abusos y maltrato físico: cuando hablamos del maltrato físico o de los abusos, la tolerancia debe de ser totalmente cero. Se escuchan demasiadas veces la muerte a manos de otros hombres maltratadores de mujeres y eso es intolerable. En este sentido tanto los que generan terapia, o como los pastores, debemos de ser conscientes del peligro de muerte en que se encuentra la mujer maltratada. Y huir y salir de ese infierno es la solución más necesaria junto con la denuncia al maltratador. Indiscutiblemente una pareja que está sufriendo esto va a acabar en divorcio o más tristemente en el asesinato de uno de ellos. Que una pareja cuyo cónyuge sea un maltratador vuelva a estar unida va a depender al cien por cien de que el maltratador se ponga en manos de especialistas y va a requerir de mucho tiempo pues la pareja maltratada tiene que sentirse totalmente segura al querer volver con su maltratador. Ciertamente solo la obra perfecta y maravillosa de Cristo en el corazón de un maltratador volviéndole una nueva criatura puede hacer posible un cambio así, de otra manera, “siempre vuelve a su vómito”.

Abusos y maltrato psíquico: el maltrato físico deja huellas visibles más el maltrato psíquico no. Las huellas aparecen en la autoestima, y en los miedos y en las dificultades que tiene que sobrellevar la persona que ha sido abusada de manera psíquica. La problemática de vivir en un ambiente así, radica en que uno no sabe cuándo se volverá en maltrato físico o agresión mortal. Estamos en las misma condiciones anteriormente dichas: Tolerancia cero. Ciertamente las personas que sufren este tipo de maltrato necesitan de verdad ayuda profesional. Y necesitan sanar todas las heridas infligidas sobre su corazón y su autoestima, solo de esta manera van a poder volver a vivir sin miedos y fortalecidas. Dicho esto, ciertamente el maltratador psíquico necesitaría como dije anteriormente de ayuda profesional y un cambio real en su vida. Recuerda que el “hombre es el único animal que tropieza tres veces en la misma piedra”, y no solo tres, sino cuatro y cinco… la tendencia es a no cambiar si realmente Cristo no hace la obra perfecta en él.

Enfermedades físicas: al igual que en las enfermedades mentales, las enfermedades físicas desgastan de manera muy fuerte a ambos cónyuges. El que sufren la enfermedad física acaba en una constante tensión por causa de la enfermedad o del dolor continuo que puede llegar a estar sufriendo. Un dolor continuo que te imposibilita a realizar tareas comunes o a llevar una vida normal, genera en la persona que tiene la enfermedad una frustración que puede llegar a ser causa inclusive de depresión y ansiedad, lo que también suele generar que se agrie el temperamento y la personalidad de esta y que muchas veces lo acabe pagando su propio cónyuge. Por otro lado hay un desgaste por parte del cónyuge que se dedica al cuidado de la persona enferma, también existe frustración en él por causa de tener que dedicar un amplio tiempo, y la misma carencia de tener a alguien que se preocupe por sus necesidades o mismamente enfermedades. Peor es el caso de cónyuge pasivo, que ni le va ni le importa la salud de la pareja enferma. La distancia se amplia y rápidamente se llega a un punto de ruptura sin vuelta a atrás. Dos premisas ya habladas… Amor y paciencia.

Adicciones: cualquier tipo de adicción trae una gran cantidad de problemas en el hogar. Siempre cuando hablamos de adicciones nos enfocamos en las drogas y el alcoholismo, se puede pensar que son los más comunes y también los más destructivos. Ciertamente en los casos anteriormente comentados es necesaria la participación en centros de desintoxicación, ayuda psicológica y espiritual, y para poder superar dicha adicción. Con este tipo de adicciones también se incluyen las mentiras, la desconfianza por parte de la pareja y cómo no, junto al alcoholismo muchas veces hay abuso, maltrato físico y psicológico incluido. Ciertamente la pareja que lo sufre está en una posición de vulnerabilidad, y nunca va a saber como su cónyuge va a actuar al llegar en ese estado de no control de los actos, cosa que no le exime a nivel penal. Ya lo dice Proverbios 23:33 “Tu corazón hablará perversidades”. Si nos vamos a otro tipo de adicciones como el juego, las apuestas, la pornografía, cleptomanía ,tabaquismo… todas demuestran la necesidad de la adicto a la sobre estimulación de su cerebro, que una vez apagada, necesitará como si estuviera pasando el “mono”, más y más estimulación para sentir algo de relax.  Esto lleva a la necesidad de afrontar nuevos retos, nuevas sensaciones pues las anteriores ya no estimulan como lo hacían antes. A veces lo miramos desde un punto de vista solo social, y con ello juzgamos muy a la ligera sus acciones, pero deberíamos asimilar que hay una adicción y con ello una enfermedad y una necesidad de desintoxicación. Necesitan mucha fuerza y de voluntad y ayuda tanto psicológica como espiritual. Esto no significa que en algunos casos lo que hay es un simple  y claro mal hábito que debe de ser reconducido, al igual que en otros casos hay un claro deseo de no apartarse de ello pues es su vía de escape, es su perversión favorita, es un pecado del cual no están dispuestos a deshacerse. No hay mucho remedio para estos últimos pero si para los cambios en hábitos desastrosos. Recuerda que cualquiera de estos últimos casos, al cabo del tiempo si no hay un control y abandono de los malos hábitos se acabarán convirtiendo en una adicción con todas sus consecuencias.

Perdida de un familiar: Nadie puede hablar en contra de lo duro que puede ser la pérdida de un familiar. Y la norma es que tras un tiempo de duelo, la normalidad vuelva a la vida, la tristeza desaparezca y tan sólo quede los recuerdos. Uno de los factores de ruptura matrimonial en este tipo de situación, proviene tras la perdida de un hijo. Muchas parejas sufren tanto estrés en el momento de la enfermedad, que tras la perdida, el dolor se vuelve en dificultad de convivencia. A veces son reproches, otras recuerdos, falta de superación del duelo… distintos factores que tristemente no trabajamos y acaban abordándonos cual piratas sobre un barco y quedándose con todo el botín de felicidad. Pero también la perdida de otros seres queridos, vuelven insoportable la convivencia si no se pasa o supera el duelo. Llorar y asimilar la perdida son pasos fundamentales para sanar el dolor del vacío que deja dicha perdida. Los tiempos en cada persona son diferentes pero no por ello no sufren igual que otros. Cada uno asimilamos el dolor de maneras muy distintas y variables y deberíamos tener comprensión ante estos factores pero en algún caso hace falta ayuda para superarlo.

Fijaros que en muchos casos aun el mismo que sufre, debe de ser consciente de que el trabajo de recuperación de la familia no es de uno si no de ambos. Ambos deben de luchar contra su frustración y sus miedos, tristezas o ansiedades, ambos debe ser cercanos y comunicativos, comprensivos y confiables. Ambos en definitiva deben de funcionar como una “sola carne”. Respeto, confianza, paciencia, amor… sazonado con Cristo puede lograr verdaderos milagros en familias con tendencia a la destrucción.

Hay una realidad también en este tipo de situaciones, y esta es que si se está comprometido, se ve como la adversidad no puede mermar la fe, la esperanza o el amor en la familia y acaban con la ayuda de Dios remando en la misma dirección y saliendo de esa corriente destructora. Inclusive se ve esta determinación en gente no creyente, que no le merma la fe, y su esfuerzo les da vitalidad para soportar situaciones terribles. ¿Tienes dicha voluntad para comenzar a trabajar en ello?

La decisión está en cada uno de nosotros, como dije al principio. Toma buena actitud, y no seas negligente y toma buena aptitud para hacer las cosas bien. Dios está contigo y esta diferencia con respecto a otros, verdaderamente marca una diferencia en nuestras vidas. No tomes el camino fácil de victimizarte, y expón a tu Creador tu necesidad, pues como el dijo: “en el mundo tendréis aflicción, pero no temáis, yo he vencido al mundo”.

El matrimonio y la familia es la base de la sociedad, cuídalos.