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El tiempo. Esa expresión de Eclesiastes de “Todo tiene su tiempo”, parece que no sea una realidad en los tiempos que vivimos pero si te analizas, ¿Cuánto tiempo dedicas a cosas insustanciales y cuanto a tu pareja y familia? Comunicarse correctamente, resolver problemas, aprender a dominar nuestro carácter, ciertamente requiere tiempo y dedicación, pero todo lo que sembramos requiere riego, preparación, poda y cuidados si queremos que crezca sano y saludable y  así ocurre con nuestro matrimonio. El tiempo que dedicamos también pude llegar a convertirse en rutina y la rutina puede ser de las pocas cosas que hagan desquebrajar de manera sutil la comunión matrimonial por lo que dedicar tiempo a salir de la rutina es un factor clave de felicidad conyugal.

Hay una historia anónima que ilustra muy bien este concepto que tratamos de exponer con respecto al tiempo y a la rutina. Esta historia comienza así: “ Hubo una vez en la historia del mundo en el cual el odio que es el rey de los malos sentimientos, los defectos y las malas virtudes, Odio, convocó una reunión urgente con todos los sentimientos más negros y malos del mundo, los deseos más perversos del corazón humano. Estos llegaron a la reunión con curiosidad de saber qué propósito tenía este sentimiento llamado Odio y cuando estuvieron todos bien reunidos habló Odio y dijo:

  • Los he reunido aquí todos porque deseo con todas mis fuerzas matar alguien.

Por supuesto que los asistentes no se extrañaron mucho ya que Odio tiene tendencias homicidas y él siempre quiere matar a alguien. Sin embargo todos se preguntaban entre sí quién sería tan difícil de matar para que Odio los necesitase a todos.

  • Quiero que maten al Amor.- Dijo, y por supuesto muchos sonrieron malévolamente, pues estaba en el corazón de mas de uno de ellos el querer destruirlo.

El primer voluntario fue el Mal Carácter, quien dijo:

  • Yo iré y les aseguro que en menos de un año el Amor habrá muerto. Provocaré tal discordia y rabia que no se soportarán.

Pasado un año se reunieron otra vez y al escuchar el reporte de Mal Carácter quedaron todos grandemente decepcionados.

  • Lo siento, lo intenté todo pero cada vez que sembraba algo de discordia, el Amor la superaba y salía adelante.

En ese momento, muy diligente, saltó Ambición haciendo alarde de su poder y se ofreció para matar al Amor:

  • En vista de que Mal Carácter ha fracasado, me tocará ir a mí. Pretendo desviar su atención  del Amor hacia el deseo por la riqueza, la gloria y el poder. Eso es algo que nadie ignora.

Así que la Ambición empezó su ataque buscando a su víctima, quien efectivamente cayó herida pero coma y después de luchar por salir adelante. y renunció a todo deseo desbordado de poder. Riqueza y gloria, triunfó de nuevo por supuesto el Amor.

Muy furioso el Odio por el fracaso de Ambición envió a los hermanos Celos quienes burlones y perversos intentaban toda clase de artimañas y situaciones para despistar a Amor y lastimarlo con dudas, con sospechas y envidias. Amor confundido lloró pero pensó que no quería morir, y con valentía y fortaleza se impuso sobre ellos y los venció.

Tras esta derrota de los hermanos , año tras año, Odio siguió en su lucha enviando a sus más hirientes compañeros, por lo que envió a Frialdad, a Egoísmo, a Cantaleta,  a Indiferencia, a Pobreza, a Enfermedad, entre muchos otros, y fracasaron siempre, porque cuando el Amor se sentía desfallecer tomaba de nuevo fuerza y todo lo superaba.

El Odio, convencido ya de que Amor era invencible, les dijo a los demás:

  • No hay nada que hacer. El Amor ha soportado todo, llevamos muchos años insistiendo y no hemos logrado absolutamente nada.

De pronto, de un rincón del salón se levantó a alguien muy poco reconocido coma y que vestía todo de negro y con un sombrero gigante que caía sobre su rostro y éste no dejaba ver su aspecto. Era fúnebre como el de la muerte, y con frialdad y seguridad dijo:

  • Yo mataré a Amor.

Todos se preguntaron, quien sería este personaje de aspecto siniestro y que pretendía hacer solo, lo que ningún otro había podido lograr. Odio se levantó y le dijo:

  • Ve y hazlo.

Tan solo había pasado algo de tiempo cuando el mismo Odio volvió a llamar a todos los malos sentimientos y los reunió para comunicarles que después de mucho esperar y de mucho tiempo por fin el Amor había muerto. Todos estaban felices, pero a la vez muy sorprendidos.

Entonces el sentimiento del sombrero negro habló:

  • Ahí les entrego el Amor totalmente muerto y destrozado.

Y sin decir más se marchó. Pero Odio rápidamente le dijo:

  • ¡Espera!, en tan poco tiempo lo eliminaste por completo coma lo desesperaste y no hizo el menor esfuerzo para vivir. ¿ Quién eres?

El sentimiento levantó por primera vez su horrible rostro y dijo:

  • Soy la Rutina.

(Extracto adaptado de la página web aciprensa.com artículo de la Sección Historias Urbanas, El mal)”

Esta historia ilustra perfectamente lo que puede hacer la rutina al respecto de otros sentimientos y malas acciones. Podríamos darle la razón, o no… a la famosa canción que dice “No fue culpa tuya, ni tampoco mia… fue culpa de la monotonía” de Shakira, pero la verdad es que nosotros somos los que hacemos que falte esa variedad en nuestras vidas volviéndose al final rutinario el diario vivir. Al final la costumbre o el hábito de simplemente vivir un día tras otro lo mismo convierte nuestras vidas en vidas rutinarias y esto muchas veces se traslada también a nuestro matrimonio y a nuestras parejas. Cierto es que la vida es una rutina, de casa al trabajo, del trabajo a casa, ir a la iglesia, ir al gimnasio, ir a practicar deporte, ir a las actividades de los niños y un sinfín de rutinas que por una parte son buenas y lógicas pero por otra parte nos lleva a tener una vida más monótona y esto puede de caer también en una rutina marital.

Más de uno se estará preguntando, “¿cómo impido que mi vida se convierta en una rutina?”. Como he comentado antes, cierto es que es muy difícil no tener rutinas en nuestras vidas coma y pues el simplemente hecho de comer, ir al trabajo, o mismamente el respirar son rutinas lógicas y adquiridas, de la misma manera que tomamos rutinas para lo espiritual como orar, leer la biblia o alabar y glorificar el nombre del Señor así como asistir a la Iglesia.

Puesto que estamos rodeados de rutinas, la lucha no se centra en no tenerlas, si no en cómo puedo romper la rutina de mi matrimonio, la rutina monótona de mi vida. En este sentido primero tenemos que aprender a apreciar el tiempo. Eclesiastés lo explica muy bien, “todo tiene su tiempo” y ciertamente todo tiene su tiempo, de tal manera que hay tiempo para hacer absolutamente todo, todo lo imprescindible y cuando digo imprescindible es que muchas veces dedicamos tiempo a cosas que son prescindibles e innecesarias obviando las necesidades de nuestros hijos o de nuestro cónyuge.

La tendencia del ser humano es a obsesionarse por adquirir otro tipo de rutinas pensando que son buenas o que traen distracción a nuestras vidas. Pero la realidad es que estamos dando prioridad a rutinas como por ejemplo juegos de móvil, ver partidos de fútbol, deporte, moda,… O cualquier otro tipo de actividad que al final absorben nuestro tiempo pues requieren el cien por cien de nuestra atención. Por ello tenemos que aprender a darle tiempo correcto, determinado y bueno a cada cosa. Quiero contaros una anécdota: le compramos a mi hija una buena Tablet para que pudiese trabajar con matemáticas e inglés en la Academia que asiste. En verdad es un programa piloto que se instauró después de la pandemia para poder trabajar a través de una aplicación y obviar el papel en los estudios. Para ello, establecí límites de tiempo, contraseñas, y otras diferentes seguridades para que pudiera utilizar dicha Tablet. Y es sorprendente como parece que apenas usa la Tablet pero el tiempo sin embargo corre en contra del trabajo y del esfuerzo de ella. Tan rápido se agotaba el tiempo acotado que te hace entender lo difícil que es gestionar nuestro tiempo dedicándole a lo verdaderamente importante para impedir que la rutina asalte nuestras vidas.

Y sin embargo a veces es tan sencillo, como traer un ramo de flores simplemente porque la amas, hacer su comida favorita simplemente porque lo amas, salir a dar un paseo, sin ser festivo o fin de semana, ir a tomar un helado, un pastel, comprarle ropa, una joya o llevarle a algún lugar que le gusta, compartir sus aficiones, dedicaros tiempo el uno al otro… La cuestión es que la rutina no se ponga en medio del amor de tal manera que lo afloje y acabe totalmente destruido. No nos olvidemos que el amor todo lo puede, todo lo soporta, nunca deja de ser… hasta que la rutina lo pisa y lo tira al suelo.

En uno de los últimos retiros de matrimonios que hicimos, mi esposa y yo compramos unas cajitas tipo cofre para cada uno de los asistentes. No era un simple regalo, ni un bello adorno para tener en la casa sino que cada cofre debería de tener al menos cinco papelitos con un deseo realista para compartir con tu pareja (Cine, Teatro, un fin de semana solos, un spa…), de esta manera cada cónyuge tenía esas cinco cosas que le apetecía hacer con su pareja, dejamos por supuesto que cosas no vejatorias. Así que, si querías demostrar el amor a tu pareja, romper con rutinas y monotonías, y acercarte y conocer un poco más los deseos de tu amor, tan solo debías de ir al cofre, sacar un papel y preparar la sorpresa para que tu cónyuge disfrute contigo de romper juntos con la rutina. Una vez uno, otra vez el otro y al cabo del año habéis aprovechado para poder disfrutar en conjunto y saltarse esa monotonía continúa. Sí es cierto, que a veces hay que organizar con él o con ella alguna de las actividades, pues a veces dependemos de trabajos, días de vacaciones y horarios específicos, pero lo que se pretendía es que hubiera una voluntad férrea en disfrutar del matrimonio en conjunto.

Te propongo una cosa, inténtalo con tu cónyuge y aprende a disfrutar del tiempo y de la vida con él o con ella.

El matrimonio y la familia es la base de la sociedad, cuídalos.

EditorialOpinión

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