Acompañado de Javier de la Lama y José Alba, pastores que propiciaron la transición pastoral, nos recibió en la Iglesia El Sembrador de Sevilla el Pastor Héctor Escobar. Ellos nos contaron como fue todo el proceso y como vivieron.
– No teniendo vinculación con Sevilla, ¿por qué el sur, por qué El Sembrador?
Nunca se nos había pasado por la cabeza venir a Sevilla, había otras alternativas en nuestro camino, pero desde la primera vez que vinimos todos los hermanos nos recibieron con mucho cariño.
Cuando ya tomamos la decisión en firme nos enamoramos de la iglesia, y más aún, aterrizando aquí con Javier y con Pepe que hicieron todo el proceso de transición muy fácil.
– ¿Cómo fue todo el proceso de transición pastoral?
Fue todo muy rápido y rodado. Aunque habíamos establecido unos tiempos para que la iglesia nos sufriera cambios bruscos en el tránsito, finalmente se dio todo de manera muy natural y sencilla.
A pesar de que ellos nos dieron total libertad para funcionar y hacer cambios, nosotros quisimos ir poco a poco y casi sin darnos cuenta en pocos meses, el trasvase estaba hecho de manera extraordinaria.
– ¿Cómo es tu relación con los pastores que te dieron el relevo?
Con mucha frecuencia hemos pasado tiempo de calidad juntos con ellos, hemos dialogado y buscado su opinión.
Para mí como pastor, ha sido fundamental hacerles partícipes de las decisiones que tenía que tomar, algunas importantes y otras más triviales, pero en ellas hemos buscado su consejo.
Javier nos trasladó la total confianza desde el minuto inicial, para que antes posibles errores por nuestra falta de experiencia, su respaldo y apoyo siempre sería absoluto.
– Ante una posible transición que en un futuro tuvieras que liderar, ¿cómo la harías?
La haría como lo han hecho conmigo. Abriendo espacio y dando la confianza, cariño y sobre todo reconociendo el llamado.
En mi caso ha sido clave que cada uno, Javier Pepe y yo, sabíamos cual era nuestro lugar y cual era nuestro espacio, sabiendo honrar el espacio del otro.
Yo como pastor que entrante lo hago para sumar y continuar una etapa de la iglesia siendo consciente de que lo que actualmente estamos cosechando es fruto de la siembra de ellos y otros hombres de Dios. Somos un momento en un TODO de Dios, en un plan muy grande que trasciende a nosotros.