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El Pastor José Luis  nos recibió en la Iglesia Buen Pastor en Jerez. Allí nos habló puntualmente de lo que significó para él vivir un cambio generacional de Pastorado.

 

Cuando yo comencé el Pastorado, la iglesia me conocía: yo crecí en esta iglesia, me convertí en esta congregación, aquí me discipularon, me bautizaron y pude servir en muchas áreas, que es un privilegio… 

La iglesia Buen Pastor tuvo a Juan Carlos Escobar como Pastor, pero el llamado de Dios lo orientó a una nueva congregación en Madrid y tuvo que emprender la tarea de elegir a una persona. Pero esto no resultó tan difícil, porque él ya estaba formando a personas que podrían tomar ese puesto.

La clave para llevar una transición exitosa es formar a la gente desde ya y, para eso, hay que pedirle a Dios que te quite el miedo …»

Al escuchar a José Luis hablando, podemos concluir que el llamado es solo de Dios. Es Él quien nos forma a cada paso con la ayuda de las personas que están a cargo de una autoridad en la iglesia, los maestros, los líderes y los pastores. La preparación es evidente en el transcurso de la vida de un cristiano. Ese es el llamado que tenemos cada día: anhelar conocer más al Señor. Una vida dedicada a Él tiene como fin un llamado de servicio, que no es por sacrificio de uno mismo, es más por obediencia.

P. ¿Cómo fue empezar en el Pastorado?

R. Todo el trabajo que hice en la iglesia me sirvió finalmente como formación para el Pastorado que el Señor había puesto en mi corazón.

Fueron unos seis meses bonitos, empezando a pastorear la iglesia. Juan Carlos Escobar estuvo aquí pero, más que interferir como Pastor, sirvió de apoyo. Siempre estuvo ahí para cualquier llamada o consulta. Fue un tiempo breve, pero muy bueno. Dado que todo el mentoreo que me ayudó para comenzar fue antes, podría decir que la “transición del mañana empieza hoy”. Todo lo que tú no prepares hoy, te va a generar problemas mañana.

Cuando llegué a la congregación, pensaba en pastorear, enseñar, formar obreros, ganar gente en la ciudad. Y fue todo un reto porque, en mi caso, eso no se dio desde el primer día. Pero el Señor ya estaba obrando.

P. ¿Fue mejor que la gente te conociera en la congregación?

R. El hecho de que la iglesia me conociera hizo que la transición fuera muy suave, buena e idónea. Sin embargo, llegó un momento en que la congregación me decía: “Pero tú eres el Wi”, y no, en cierto momento he pasado a ser tu Pastor. Esto sucedía sobre todo gente que había trabajado conmigo y que tuve que aconsejar, o gente que conocía mi pasado. Me veían como José Luis el Wi, entonces tuve que decir: “Ahora estoy a tu lado, soy tu amigo y vamos a caminar juntos, pero tienes que entender que soy tu Pastor”. A veces eso ha traído malas pasadas con algún que otro hermano – dice entre risas – porque te ven como ese muchachito que llegó a la iglesia, pues como llegué: con muchos asuntos, muchas historias… Y sí que pueden tener la misma confianza conmigo, pero ahora como Pastor.

En ciertas ocasiones no ha sido fácil, aún así hay gente también que me conoce y que entiende lo que ha hecho Dios en mi vida. Aunque lleven mucho tiempo aquí, me apoyan y respetan la autoridad, esa es una parte bonita.

P. ¿Qué le dirías a los pastores que fueron de ayuda en ese tiempo para la transición?

R. Les daría las gracias. Gracias por mostrarme, no solo con palabras sino con hechos, lo que es amar al Señor y amar a su Iglesia. De Juan Carlos Escobar y de Fidel Gutiérrez lo único que puedo decir es: “Gracias”. Estoy verdaderamente agradecido porque me mostraron a Cristo  cuando predicaban, cuando aconsejaban, cuando planeaban para la iglesia…

P ¿Qué podrías decirles a las iglesias que pasarán por una transición pastoral?

R. Realmente comenzar una transición pastoral no es nada fácil, porque al final lo que hay en tu vida es un conjunto de experiencias profundas. Debemos entender que el Pastorado al final es hablar con gente, y es bueno compartir sus vivencias, porque al final es lo que te vas a encontrar. Uno debe ser consciente de cómo se relaciona con la gente y de cómo ellos se relacionan con uno. Y, en medio de todo eso, ver cómo el Espíritu Santo te usa.

En el proceso también es bueno saber por dónde van a ir los tiros. Entonces es cuando entra la experiencia de otros pastores. Ese es un bagaje que te puede ayudar a pastorear. Yo agradezco algunos consejos que me hablaron de cómo es la gente, en especial una frase que dice: “El que hoy te ame, mañana te puede odiar”. En el pastorado, en conclusión, uno debe prepararse para tratar con la gente.

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