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Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. Sal. 121: 1-2

Creo que no soy la única que tiene el corazón compungido por todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Continuamente estamos escuchando como diferentes desastres naturales devastan otra zona del mundo; el coronavirus lleva más de dos años causando estragos y llevándose a nuestros seres queridos; y no hay semana que no haya países en guerra.

El nivel de vida continúa subiendo mientras que nuestros sueldos no lo hacen, o incluso nos quedamos sin empleo. Los gobiernos se ven desbordados a la hora de decidir cuáles son las mejores decisiones para cada país y sus ciudadanos, eso los que aún buscan su bien.

El mundo está en crisis. Si miramos tan sólo los hechos tal y como se han presentado aquí, además de los que faltan, veremos que estamos atravesando un momento desolador en la historia, pero sabemos que esto sólo son principios de dolores.

 

Sin embargo, tenemos la certeza que quien nos dará el socorro y el que nos cuidará es Dios. No importa lo que está ocurriendo, Él ha prometido estar con nosotros, lo vemos en varias ocasiones a lo largo de la Biblia. En Juan 14:16, Jesús les dice a sus discípulos que cuando él se haya ido le rogará al Padre que envíe al Consolador, es decir, al Espíritu Santo, para que nos acompañe siempre. El Salmo 23 es una oda a la protección y la certeza que tenemos que Dios nos proveerá y no nos abandonará. En el mismo momento que nos encargó la “Gran Comisión”, es decir, a llevar el evangelio a todas las naciones, allí nos prometió estar con nosotros hasta el fin (Mateo 28:19-20).

Es importante recordar que la paz de Dios no es como la paz del mundo, tal y como Jesús nos informa en Juan 14:27. La paz del mundo es efímera y cambia con las circunstancias, mientras no haya conflicto, disfrutamos de una paz momentánea. En cambio, Dios ofrece paz en medio del caos, una paz inmutable; es segura a pesar de las circunstancias, como podemos ver en Juan 16:33 y Filipenses 4:6-7.

Esta paz eterna, perfecta e interna es debida que la Cristo la ganó por nosotros en la cruz del Calvario. Por lo tanto, de lo único que depende es de que es nuestra relación con Dios. Ya que al haber nacido de nuevo sabemos cuál es nuestro fin y, a pesar de las dificultades momentáneas en la Tierra, tenemos la certeza que estaremos en la eternidad con él.

Ahora mismo, deseamos la paz terrenal en el este de Europa y que acabe la guerra que tanto daño está haciendo a tantos niveles, pero también queremos que la paz de Dios. Queremos que todos puedan llegar a conocer a nuestro Señor y puedan recibir esa paz que traspasa todo entendimiento, que puedan conocer personalmente al Dios que los ama inmensurablemente y que nunca les abandona.

Amamos nuestro continente, y amamos las almas, es por ello por lo que, además de nuestro clamor personal y ser luz donde quiera que estemos, el próximo 21 de marzo, a las 16:00 horas, nos uniremos desde todos los rincones de Europa en un clamor por la Paz. Será retransmitido a través de YouTube. Intervendrán destacados líderes de Ucrania, Rusia, Bielorrusia y varios países adyacentes a la frontera ucraniana, así como otros destacados líderes de Europa. Estad atentos a nuestras redes para no perderos detalle.

Os esperamos para clamar todos juntos para que la Paz de Dios sea derramada y sea Él el que reine sobre nuestro viejo continente.

Redacción: Betsabé Pulido Casla

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