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Retomamos el tema de las relaciones matrimoniales, y en especial la comunicación dentro de ellas. Es importante tener en cuenta que la mala o nula comunicación es el aspecto primordial de roturas, crisis y problemas, al contrario, que, con una comunicación buena y correcta, la cual es la base matrimonial para que podamos primeramente conocernos y seguidamente comenzar a entendernos.

Muchos matrimonios no sólo nunca se sientan a hablar de sus problemas, sino que, la realidad es aún más desalentadora ya que el problema comienza en su vivir diario cuando no son capaces de poder tener una simple conversación ni hablar o entenderse en los puntos más básicos de un matrimonio, como pueden ser los gastos, diferentes decisiones a tomar, o la educación y corrección de nuestros hijos. 

El zoólogo Desmond Morris en su obra Intimate Behavior, y el trabajo del Dr. Donald Joy acerca de lo que une a una pareja, nos enseñan la importancia de uno de los pasos que se establece en la relación entre personas, y esto es el entablar conversación con nuestra pareja. Desde el momento que entablamos conversación básica con alguien, somos capaces de observarnos y analizarnos los unos a los otros. Esto provoca un mayor conocimiento mutuo y una mayor facilidad para el respeto entre ambos. 

Sin embargo, observamos que esta raíz, la de la falta de comunicación comienza por desgracia en el noviazgo. Una pareja en el noviazgo, tristemente, le da más importancia a la parte emocional-visual. El estar juntos, besarse o agarrarse la mano, son un vínculo de intimidad más relacionada con lo físico que con el conocimiento pleno del pensamiento, carácter, personalidad y temperamento de quien es su pareja, es decir, con un vínculo intimo a nivel emocional y del alma. Este vinculo afectivo-emocional es la base para poder conocernos, expresarnos y comunicarnos, mejorando así el respeto y la comprensión mutua.

Desgraciadamente, este mayor conocimiento es usado frecuentemente como “arma arrojadiza” contra el otro siendo esta actitud un factor exponencial de acritud y falta de confianza por parte del agredido hacia su cónyuge.

¿Por qué ocurre esto? Vamos a retroceder a nuestra época en primaria y a recordar algo tan básico como los elementos sobre la comunicación.

EMISOR   —————— RECEPTOR

CANAL 

EMISOR: Quien trasmite le mensaje.

CANAL: El medio o la forma con la cual trasmitimos el mensaje.

RECEPTOR: Quien recibe el mensaje.

Aunque parezca mentira, este esquema básico y lógico se convierte en ilógico e irreal a la hora de comunicarse un matrimonio. El emisor emite a través de un canal irrespetuoso, airado, sarcástico, amenazador o burlón por lo que el receptor bloquea por completo su capacidad de escucha e interacción. Este esquema es de doble sentido. Es decir, por mucho que uno se esfuerce en transmitir un mensaje, si el canal no es adecuado y el receptor se niega a recibirlo nuestro mensaje nunca llegará a buen término en lo que comunicación se trata. Al final, ambas partes sentirán que no ha habido comunicación y que no han sido entendidos. 

Sabemos que este esquema tiene lógica, pero ¿realmente lo ponemos en práctica con nuestro cónyuge? 

Hay un Proverbio muy acertado para lo que esto exponiendo: “La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.” Reconozcámoslo, si a nosotros se nos dijeran las cosas de esa manera, de manera áspera, nos bloquearíamos, frenando así el intercambio. (Proverbios 15:1)

La consigna de los sabios es de aplicar la blanda respuesta, es decir, hablar sin ira, a la hora de comenzar a comunicarnos. Muchas veces nuestra impresión de lo que decimos y como lo decimos es diferente de como el receptor lo recibe. Debemos ponernos en los zapatos del receptor y entender como nos gustaría percibir el mensaje, con un canal airado, sarcástico… o con buenas palabras, de manera conciliadora. Como dice Proverbios 15:4 “La lengua apacible es árbol de vida; mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.”

¿Queremos quebrantar el espíritu de nuestro cónyuge? ¿O nuestras palabras darán vida a la relación?

Otra cosa a tener en cuenta es que debemos pensar que mensaje queremos comunicar. Proverbios 15, avanza mucho en las maneras de la comunicación expresándolo como “El Sabio” o la “Sabiduría”.

Vs. 2 “La lengua de los sabios adornará la sabiduría; mas la boca de los necios hablará sandeces.”

Vs. 7 “La boca de los sabios esparce sabiduría; No así el corazón de los necios.”

Es nuestra obligación que nuestro mensaje no salga de un corazón necio si no de un corazón sabio. Es más, el mismo Proverbios habla de cómo Dios contiende contra el ser humano, y no le agrada este tipo de maneras de comunicarse, con un corazón necio y malvado.

Atiende a estas palabras en Proverbios:

Proverbios 6:16-19

Seis cosas aborrece Jehová,

Y aun siete abomina su alma:

Los ojos altivos, la lengua mentirosa,

Las manos derramadoras de sangre inocente,

El corazón que maquina pensamientos inicuos,

Los pies presurosos para correr al mal,

El testigo falso que habla mentiras,

Y el que siembra discordia entre hermanos.

Que tristeza que estas siete cosas prevalecen en muchos matrimonios, literalmente son consecuencia de la mala comunicación pues son las actitudes usadas para enviar nuestros mensajes.

Comprobado está que el corazón de la unión marital es el sistema de comunicación, y debe de bombear afabilidad, apacibilidad, dominio propio, pero sobre todas las cosas amor “ágape”, es decir amor respetuoso para con tu cónyuge, por lo que la habilidad de comunicarse es una de las claves más fundamentales y esenciales para el crecimiento saludable de una relación matrimonial. Nos olvidamos de que usamos los cinco sentidos en la comunicación y que el hecho de que no “digamos nada”, no implica que no nos estemos comunicando con el otro.

En Efesios 4 se nos habla, de forma implícita, de las actitudes que debemos tomar como cristianos con los demás y esto incluye también incluye cuando nos comunicamos en especial con nuestra propia “carne” que es nuestro cónyuge.  Y las actitudes se tienen que ver reflejadas tanto si hay comunicación como si no, pues recuerda, que nos estamos comunicándonos tanto de manera verbal como no verbal.

Primero: El que expresa y comunica debe de procurar realizarlo bajo los términos bíblicos que hemos ido exponiendo en los párrafos anteriores.

Segundo: Nuestro mensaje debe de ser llevado bajo un canal efectivo, correcto y respetuoso.

Tercero: El receptor debe de tener paciencia, poner atención a las palabras y aunque a veces no nos guste lo que podamos llegar a escuchar, poner calma y aplicar el mismo sistema a la hora de rebatir.

El puesto de recepción es muy importante para conciliar y favorecer que pueda haber una comunicación fluida. Si ya hay una mala actitud y comunicación por parte del emisor y, el canal o mensaje propuesto, no son los adecuados, el receptor al recibirlo también tendrá esta mala actitud sin deseos de ser conciliador. Al final es un bucle en el cual cada mensaje aviva más el fuego de la ira en la comunicación provocando rápidamente la discusión. Ambas partes deben poner de su parte.

Así mismamente la comunicación no verbal: muecas, ceño fruncido, dispersión, apatía, gestos… comunicamos con la mirada, comunicamos sin verbalizar con nuestras expresiones, comunicamos con nuestros brazos, comunicamos aun cuando pensamos que no comunicamos y al no controlar nuestra comunicación es probable que aumentemos el desespero del que recibe este “toma y daca” en esta comunicación que se vuelve infructuosa.

Ciertamente sabemos que la lengua es un instrumento con el cual ofendemos muchas veces como expresa Santiago en su capítulo 3 y es necesario refrenarla, pero también es necesario aprender a usarla con una comunicación efectiva. Sentimientos, información, metas, desacuerdos, apoyo, ánimo, puede salir de nuestra comunicación, pero también debe salir silencio, aprendiendo a escuchar a nuestro o nuestra compañera de viaje.

La comunicación no puede ser efectiva sin no hay un receptor por lo que debemos aprender a ser emisores y también receptores en la ecuación de la comunicación sin olvidar que hay muchos canales abiertos de comunicación entre los matrimonios y no sólo a través de las palabras, sino también de actitudes y gestos mientras escuchamos y atendemos.

Pidamos al Señor sabiduría a la hora de comunicarnos, seamos conscientes de todos los aspectos de la comunicación… No puede pender de un hilo nuestra relación por algo tan básico como es la comunicación.

El matrimonio y la familia es la base de la sociedad, cuídalos.

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