Skip to main content

Mi esposa y yo solemos trabajar mucho en nuestra congregación con los matrimonios. La formación conyugal que realizamos en la iglesia queda trabajada desde los cursos prematrimoniales, Cenas de Matrimonios, Retiros Matrimoniales y artículos mensuales insertados en nuestro Boletín mensual impreso. Y si hay algo que se repite en las problemáticas matrimoniales y que llega a ser objeto de crisis destructivas, es la ausencia de comunicación matrimonial o, podríamos decir, la incomunicación matrimonial. La actuación de estos matrimonios está basada desde un punto de vista del “ego”, el “yo” más profundo que no deja salir el “nosotros”, aquel que se expresa bíblicamente desde la expresión “una sola carne” y que, precisamente favorece la incomunicación con nuestro “alter ego”, nuestro cónyuge. Todo ello provoca también nuestra frustración con la falta de comunicación.

En el último retiro de matrimonios, antes de la Pandemia, realizamos una dinámica denominada LA BASURA MATRIMONIAL como ejercicio personal e individual acerca de esas pequeñas, o no tan pequeñas, cosas que nos molestan de nuestro cónyuge. De manera anónima, y sin que este o esta pudiera visualizar lo que estaba escribiendo el uno del otro, ya que en estos casos es necesaria la libertad si queremos realmente expresar como nos sentimos. Se trataba de echar dichas molestias a la ‘basura’, para luego recogerlas nosotros, leerlas y de manera visual, como un ejercicio de aliento mental, animarles a deshacerse de esa BASURA que llega a ser maloliente dentro de un matrimonio, pues acaba pudriéndose y estropeando toda relación personal.

Con anterioridad a este ejercicio y de manera intencional, habíamos preparado otra dinámica llamada el ESCUDO FAMILIAR. En esta dinámica el matrimonio en una hoja con el típico escudo de armas familiar dividido en cuatro secciones debía dibujar lo que caracterizaba a cada familia como si de un blasón familiar se tratara. Sorprende el contraste entre ambas dinámicas pues mientras en esta primera del ESCUDO FAMILIAR, todas las parejas eran perfectas, con aspectos en común y “super” espirituales, en la dinámica de LA BASURA nos encontramos todo lo contrario. Nuestro matrimonio huele mal y nos esforzamos demasiado por demostrar al mundo el olor fragante a rosas, pero, sin embargo, la basura matrimonial es ciertamente terriblemente maloliente.

Es lógico ¿no?, ¿Quién cuando invita a alguien a su casa le muestra la basura?

Pero sin embargo es a través de la basura por la cual sabemos de qué se alimenta una familia, que facturas pagan, en general, una visión de que hay dentro… y esto lo expreso en analogía hacia el interior de los matrimonios.

Veamos pues que nos encontramos al analizar los datos de las familias asistentes:

Sorprendentemente los aspectos negativos de los matrimonios, las acusaciones que se hacían los unos a los otros, estaban basadas en estas cuatro áreas que debilitan al matrimonio y las cuales están ligadas entre sí, y si no se trabajan estas áreas de manera particular y las usamos de manera integral, frenaremos el avance de nuestros matrimonios generando que la basura aumente más y más sin que nadie se esfuerce por sacarla de la casa.

Hablamos de: La falta y/o la mala comunicación, el carácter, el tiempo, y los problemas; los cuales los podríamos dividir entre externos e internos.

Ahora bien, la mayoría de los problemas internos, externos, el mal carácter o la falta de tiempo, no puedes ser resueltos fácilmente porque no se ha llegado a ejercer una correcta comunicación en ninguno de estos aspectos. Y aunque de manera sistemática vamos a ir tratando cada aspecto general, vamos a tener que esforzarnos en trabajar primeramente nuestra comunicación. No podemos seguir acumulando y acumulando basura… esta se desbordará generando desavenencias, disputas, malas palabras, y crisis. Si no atajamos estas cosas desde la base, el edificio se derrumbará. Un matrimonio se construye desde el noviazgo y se deja de construir cuando uno de los dos, deja de existir, da igual la situación o la circunstancia, se requiere un trabajo continuo. Pablo compara la vida de un cristiano en su primera epístola a Timoteo con atletas, soldados, labradores… todos tienen una meta y para alcanzarla se requiere un esfuerzo y un trabajo por parte de cada uno. Si como pareja, cada uno de nosotros no ponemos de nuestra parte, lo único que estamos haciendo es dejar que sean otros aspectos los que lleguen a la meta y que nosotros, como una sola carne, no trabajamos para alcanzar las metas.

Antes de trabajar de manera más concreta vamos a poner una base conductual a nivel matrimonial para que después podamos terminar de construir o reconstruir nuestro matrimonio de manera más efectiva tratando los aspectos más específicos.

La mala y falta de comunicación. Muchos matrimonios no se sientan nunca hablar de sus problemas, pero la realidad comienza en su diario vivir cuando no son capaces de poder llevar una simple conversación o hablar y entenderse en los puntos más básicos de un matrimonio, como pueden ser gastos, decisiones o la educación y corrección de nuestros hijos. Sin una buena comunicación no puede llegar a tener un buen entendimiento y conocimiento de la pareja. El zoólogo Desmond Morris en su obra ‘Intimate Behavior’ sobre el establecimiento del vínculo íntimo o el trabajo del Dr. Donald Joy sobre lo que une a una pareja nos enseñan la importancia de uno de los pasos que se establece en la relación entre personas, y esto es el entablar conversación con nuestra pareja. Desde el momento que entablamos conversación básica con alguien, somos capaces de observarnos y analizarnos los unos a los otros. Esto provoca un mayor conocimiento mutuo y una mayor facilidad para el respeto entre ambos. Aunque el mayor conocimiento mutuo es usado usualmente como “arma arrojadiza” contra el otro, siendo esta actitud un factor exponencial de acritud y falta de confianza por parte del agredido. Ciertamente el corazón de la unión marital es el sistema de comunicación, por lo que la habilidad de comunicarse es una de las claves más fundamentales y esenciales para el crecimiento saludable de una relación matrimonial. Tanto si no nos comunicamos como si nos mal comunicamos, estamos comunicándonos de manera verbas y no verbal. Nos olvidamos de que usamos los cinco sentidos en la comunicación y que el hecho de no decir nada ya es comunicarse con el otro. Proverbios 15 nos muestra la necesidad de que la comunicación sea apacible, blanda, sabia y en su justa medida, al igual que en Efesios 4 de forma implícita, se nos habla de las actitudes que debemos tomar como cristianos con los demás y esto incluye también cuando nos comunicamos. Ciertamente sabemos que la lengua es un instrumento con el cual ofendemos muchas veces como expresa Santiago en su capítulo 3 y es necesario refrenarla, pero también es necesario aprender a usarla con una comunicación efectiva. Sentimientos, información de metas, desacuerdos, apoyo, ánimo, puede salir de nuestra comunicación, pero también debe salir silencio, aprendiendo a escuchar a nuestro o nuestra compañera de viaje. La comunicación no puede ser efectiva sino hay un receptor. Por lo que debemos aprender a ser emisores y también receptores en la ecuación de la comunicación, sin olvidar que hay muchos canales abiertos de comunicación entre los matrimonios y no sólo a través de las palabras, sino también de actitudes, gestos mientras escuchamos y atendemos.

El carácter. ¡Oh!, cuantas veces escucharé la expresión: “Es mi carácter”, como excusa ante la mala actitud personal. Muchos, mal aprenden y generan un carácter difícil, pero esto no es excusa para ningún tipo de comportamiento que provoque el no crecimiento y la no buena relación matrimonial. Me encanta Proverbios 6 desde el 16 al 19 y sobre todo cuando expresa que Dios aborrece la lengua mentirosa, la siembra de discordia y el corazón que maquina pensamientos inicuos pues revela el tipo de mal carácter que demostramos a nuestro cónyuge. Primero es librarnos y no reconocer nuestros errores antes que aplacar nuestro “ego”, “yo”, “carácter” … llámalo como desees, pero ciertamente las excusas “soy así” se verá desvelada pues acaba siendo descubierta la realidad, no hay un esfuerzo en amoldar y dominar nuestro carácter. Hay una tendencia matrimonial a querer cambiar a nuestros cónyuges y su carácter cuando lo que debemos hacer de manera personal e individual es amoldar nuestro carácter, dominarlo y aprovecharlo en positivo.

El tiempo. Esa expresión de Eclesiastes de “Todo tiene su tiempo”, parece que no sea una realidad en los tiempos que vivimos, pero si te analizas, ¿Cuánto tiempo dedicas a cosas insustanciales y cuanto a tu pareja y familia? Comunicarse correctamente, resolver problemas, aprender a dominar nuestro carácter, ciertamente requiere tiempo y dedicación, pero todo lo que sembramos requiere riego, preparación, poda y cuidados si queremos que crezca sano y saludable; y así ocurre con nuestro matrimonio. El tiempo que dedicamos también pude llegar a convertirse en rutina y la rutina puede ser de las pocas cosas que hagan desquebrajar de manera sutil la comunión matrimonial por lo que dedicar tiempo a salir de la rutina es un factor clave de felicidad conyugal.

Y nos queda por concretar:

Los problemas. La gran mayoría de las veces achacamos nuestras crisis, modos o maneras conyugales a los problemas internos (en la familia directa, espirituales, salud, hijos…) o en los problemas externos (problemas a nivel del resto de la familia, laboral, económicos…), si me dieran un euro cada vez que he oído expresiones tal cuales como “cuando tenga un mejor trabajo”, “cuando tenga un mejor horario”, “cuando tengamos más dinero”, “cuando pase esta o tal situación, problema, circunstancia”, “cuando…”  y ese “cuando” cuando llega es irremediablemente demasiado tarde para modificar actitudes, formas, maneras… y al final hemos generado un mayor problema. Recuerda que las circunstancias las confrontamos, las peleamos, pero debemos procurar que no se cuelen dentro de la familia. Estas se vuelven como esa piedrecita en el zapato que a pesar de ser pequeña parece gigante de la molestia que nos causa. Somos nosotros los que agrandamos y empequeñecemos a los problemas, y en gran medida dependerá de la relación espiritual que tengas con Dios. Eso no significa que no haya circunstancias terribles y dolorosas que pueden sobrevenir a las familias, como la muerte de un ser querido, enfermedades graves… ciertamente son como un terremoto o un volcán que parece arrasar con cuanto hay en medio, pero también es cierto que la actitud y la aptitud ante las circunstancias cambian mucho el panorama. “Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece”, “venid a mi todos los que estáis cargados, cansados…” o cualquier otro versículo a aplicar a nuestra vida, se hace necesario, al igual que para tratar con la familia una correcta actitud (maneras correctas de obrar al respecto) y aptitud (capacidad y habilidad para realizarlo correctamente) y para ello requiere voluntad.

¿Tienes voluntad para cambiar la situación familiar?

Quiero hacerte un par de preguntas para que te auto respondas y comiences a poner buenas bases conyugales.

¿Cómo te comunicas con tu cónyuge? ¿Tienes que mejorar en algo tu comunicación?

¿Tu carácter influencia la comunicación? ¿Tu carácter necesita ser moldeado en algún aspecto?

¿Dedicas el tiempo necesario a comunicarte y trabajar a favor del crecimiento familiar? ¿La falta de tiempo es algo rutinario en la familia?

¿Tan fuertes son los problemas que le das más importancia que a la misma familia? ¿Tus problemas son excusas para no cambiar tu actitud y no emplearte en una mejor aptitud?

Creo sinceramente que al responder estas preguntas cada uno de nosotros se da cuenta que aún hay mucho que trabajar ¿verdad?, y espero que me acompañes en cada artículo para solventar los problemas de base matrimonial y afianzar a la familia mientras analizamos más profundamente cada uno de estos aspectos. Vamos a empezar a tirar a la basura todos estos aspectos negativos que influencian nuestra relación marital.

El matrimonio y la familia es la base de la sociedad, cuídalos.

Opinión

Fortaleciendo la Unidad

Redacción FIEL8 de abril de 2024
Opinión

Te necesito

Redacción FIEL5 de abril de 2024
Opinión

Tres características ante los problemas

Redacción FIEL1 de abril de 2024