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Al margen de los picos de temperatura que nos han asaltado en el inicio de este verano, atribuidos al calentamiento global de la atmósfera, estamos ante una época estival recalentada en lo que al clima social se refiere dentro y fuera de nuestro país. Lo cierto es que la causa principal del recalentón atmosférico y social es el comportamiento irresponsable de gente empeñada en seguir a la suya, incapaz de aprender de la crisis, cada día más descreída y soberbia.

Unas vacaciones bajo el intenso sol de la prueba que venimos atravesando acabará deshidratándonos espiritualmente y achicharrándonos la esperanza si no bebemos del arroyo espiritual en el tiempo a solas con Dios. Por eso, es importante encontrar el modo de refrescar el alma frente a estas altas temperaturas que nos invaden. Necesitamos ser intencionales en nuestra agenda estival buscando encontrarnos con el Buen Pastor para que nos guíe a esas aguas de reposo que nos aporte el verdadero descanso y revitalización del alma (Salmo 23:2).

Cada uno de nuestros ministros de las Asambleas de Dios y cualquier creyente de nuestras congregaciones, sea cual sea su edad o condición, debe considerar la imperante necesidad de no descuidar buscar la Presencia de Dios y no “vacacionar” de su tiempo en el altar personal. Sin duda, es perfectamente compatible pasar tiempo con la familia, disfrutar de las oportunidades de recreo y el poder dar descanso al cuerpo incorporando la rutina de buscar a Dios de manera sosegada y con una actitud dispuesta a oír su voz.

De todos modos, este tiempo, tradicionalmente vacacional, no va a cambiar el ritmo a una gran cantidad de gente que, por razones económicas, laborales o de salud deben quedarse abordando un día a día con altas temperaturas producida por la crisis que atraviesan. Incluso, otros tantos, a pesar de poder viajar por vacaciones, no pueden huir de la persecución de ciertas situaciones que les está generando preocupación y estrés. De cualquier modo, recuerda las palabras del rey David: “como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía” (Salmo 41:1)

Sin duda, estamos ante un clima global que anticipa tiempos incendiarios. Pero, también, estos son los tiempos propicios para el despertar de una Iglesia que debe convertirse en un manantial que sacie la sed de una humanidad orgullosa y caprichosa que deambula en su hábitat anti-Dios.

No hay duda de que se acercan tiempos de quebrantamiento. Pero si nos volvemos a Dios y nos humillamos ante Su Presencia invocando el Nombre de Jesús, Él manifestará su misericordia sobre multitudes. Vendrán tiempos de refrigerio y escucharemos una vez más su voz que nos invita ir a Él para que sus ríos de agua viva fluyan en cada uno de nosotros. (Juan 7:37-39).

Disfruta del verano, pero no cambies el Río de Dios por la piscina, la playa o la montaña. Es más, es compatible una cosa y la otra, tan solo debes ser determinado en agendar cada día tu tiempo en la Presencia de Dios.

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